Hace unas fechas visioné la película «Destellos de genio» que me hizo volver a contrariarme sobre la postilla que emplea mucha gente de lo cabezones, “cabezacuadrá”, testarudos, insistentes, raros, imposibles que somos los Ingenieros. Otra sentencia a inocentes, ahora que estamos en fechas.
La película está basada en hechos reales de finales de los 60: la pelea ética que un Ingeniero, el Dr. Robert Kearns, mantuvo con varias multinacionales automovilísticas (Ford a la cabeza), combatiendo la injusticia de que transgredieran su vida profesional “copiando y pegando” su creación: unos limpiaparabrisas que funcionaban intermitentemente, como sus párpados.
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